Cuando caminamos sobre la tierra, muchas veces dejamos huellas. Éstas son las marcas de nuestro movimiento, de nuestro paso, de nuestro impacto. Todas nuestras actividades dejan huella, incluso en el agua, salvo que esta huella es invisible. Pero la podemos medir, podemos calcular el volumen de agua que se usa en nuestras actividades diarias y el agua que se usa o se contamina para producir bienes y servicios que consumimos. La huella hídrica es la cantidad de agua dulce que nos cuesta fabricar un producto.
Entonces, si entendemos a la huella hídrica como un indicador del impacto del consumo humano sobre los recursos hídricos, es importante conocerla y tenerla presente para utilizarla eficientemente para preservar este recurso natural esencial, evitando la sobreexplotación y, con ello, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero que surgen como consecuencia de la gestión y transporte de agua, y debido a que las aguas subterráneas contienen CO2 que es liberado a la atmósfera, para combatir el cambio climático
Absolutamente todos los productos que consumimos necesitan agua para poder fabricarse y el indicador de la huella hídrica nos permite saber la cantidad. La misma diferencia entre las distintas calidades de agua, el resultado es la sumatoria de:
Huella hídrica verde: es el agua de precipitaciones que se evapora, transpira o incorpora las plantas.
Huella hídrica azul: es el agua superficial o subterránea que se evapora, se incorpora a un producto o es vertida en el mar.
Huella hídrica gris: es la cantidad de agua contaminada durante la elaboración de un producto o la requerida para diluir contaminantes en el proceso de producción hasta que esta cumpla con unos estándares de calidad.
Fuente: Fundación Criteria
Este cálculo se puede utilizar sobre un producto o una ciudad. La huella hídrica de un producto puede ser diferente entre regiones ya que también depende de las condiciones climáticas-atmosféricas, del suelo y de la eficiencia del uso. Por ende, es un indicador sumamente útil para desarrollar planes de uso de suelo y productivos estratégicos. También, se puede calcular la huella hídrica personal, hay varios calculadores online, como por ejemplo el de Waterfootpring que tienen en cuenta consumos alimenticios, practicas cotidianas, infraestructura y consumo de bienes y servicios.
A la hora de repensar nuestros consumos, la huella hídrica nos indica cuáles de ellos tienen un mayor impacto y por ende identifica cuáles son más adecuados para reducir su consumo. Algunos ejemplos para tener en cuenta:
Para producir un kilo de carne se precisan 15.000 litros de agua; un kilo de carne vacuna se necesitan 13.000 litros de agua, en cambio, para producir un kilo de lentejas se precisan 1.250 litros de agua. Para producir un kilo de chocolate, se requiere un consumo de agua de 17.196 litros. Para la producción de calabazas, pepinos, trigo, melones, papas y tomates se sitúan entre las opciones más sostenibles de cultivo requiriendo menos de 500 litros de agua por kilo.
Dependiendo de la dieta que se tenga, los alimentos que consume a diario una persona equivalen al uso de entre 2.000 y 5.000 litros de agua para su producción. Además, se ha calculado que el 70% de la huella hídrica a nivel mundial está relacionada con lo que se come, por ende, apostar por la alimentación sostenible y reducir el consumo de aquellos alimentos que requieren más agua, como apoyar la agricultura, la ganadería y la pesca sostenible y local optando por consumos responsables y la economía circular son pequeñas acciones que podemos realizar como consumidores para disminuir nuestra huella hídrica.
La industria textil es otro sector que consume grandes cantidades de agua para la fabricación de ropa, aproximadamente las zapatillas requieren 4400 litros; un pantalón jean, 3000 litros; una camisa, 1000 litros de agua. Este gasto se debe al uso de algodón como insumo principal para las prendas ya que es un cultivo que necesita mas de 10000 litros de agua para producir un kilo de fibra. Ante esto, existen marcas certificadas que están empezando a ofrecer ropa fabricados en parte con materiales reciclados y aguas residuales tratadas.
Y claramente, en casa siempre podemos apostar al cambio desde nuestras prácticas responsables y amigables con el ambiente, como arreglar canillas con pérdidas, cerrar la canilla mientras lavamos los platos, o los dientes, darnos duchas cortas, recuperar el agua de lluvia para usar como agua de riego. ¿Se te ocurren otras acciones?
Fuente: Diario El Día
Existen proyectos que se encargan de medir huellas hídricas, orientar a la reducción de las mismas, crean proyectos orientados al desarrollo sostenible involucrando distintos sectores de la sociedad como Proyecto Huella de Ciudades, la Red Internacional de Huella Hídrica (Water Footprint Network) que Argentina forma parte, Fundación Aquae, como también proyectos de investigación como el Programa de Investigaciones en Hidrología Subterránea del INA.
Es importante comenzar a medir nuestro consumo diario de agua teniendo en cuenta que todos los productos y servicios tienen una huella hídrica y por ende un impacto en nuestro ecosistema. Cuando pensamos en cuidado ambiental no debemos olvidar que cada acción cuenta.
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